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Estévez - Techo a 2 aguas

Rolando Estévez

Techo a dos aguas

Instalación

"Las vitrinas del Llanero Solitario"

Resumen: Durante el Programa "Cuba 100" se presenta una conferencia realizada por el propio artista sobre esta exposición iinaugurada en la Bienal de La Habana, 2000, presentada luego en Fototeca de Cuba y Galería de Arte de la ciudad de Colón, en Matanzas. Si usted o su organización tienen interés en patrocinar la exposición o en cooperar en esta promoción para exhibir estas obras en Los Angeles, Californa, EE.UU. o en otras ciudades y países, por favor dirigirse a:

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El artista presenta obras referidas a la unicidad del hombre y a cómo el sentido de otredad se convierte en sentdo de dependencia con relación a la humanidad y a sí mismo.

Para realizar su conferencia, se utilizan diapositivas y videos.

 

 

Coro para una exhibición de incurable otredad.

Artículo sobre la exposición "Las vitrina del Llanero Solitario".
Un extracto de este artículo se publicó en el Catálogo de la exposición mencionada.

por María Esther Ortiz Rodríguez
Lo otro no existe. Tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad = realidad como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro, no se deja eliminar, subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes. Abel Martín, con fe poética, no menos humana que la fe racional, creía en lo otro, "La esencial Heterogeneidad del ser", como si dijéramos en la incurable otredad que padece lo uno.

ANTONIO MACHADO,
citado por Octavio Paz

Estas palabras contienen las palabras de otros: la otredad que asumimos, así la frontera de la isla del yo se difumina, casi desaparece cuando añade con el arte un sonido o imagen o signo escrito que se integra a la unicidad del ser. Al final les diré que esta no es mi voz, sino una grabación de mi voz, que dice esta imagen de mí, que ustedes (los otros) ven en un mundo de infinitos espejos y rituales.

Exhibir la soledad como presupuesto para el (re) conocimiento, en tanto conocimiento de sí y comprensión de los otros, los demás, o sea, exhibir el yo y los supuestos límites de esta onda de energía que percibimos como limitada por una piel, una silueta, un borde y que la referencia sea a un estado del ser, del que fui, soy o seré; es un atrevimiento si pensamos que en cada obra todo será pasado, y que en el presente, yo contamino mi propio sujeto al incorporarle estas visiones plásticas, materiales. Puedo acaso intentar agredir la integridad de una obra si dejo pasar mi piel -frontera- por el borde de un cuajo de cristal filoso e incorporar una gota de mi sangre a esa sangre que ahora veo, que ahora trato de percibir, primera señal del cuerpo de otro, de la otredad.

Primera visión: la de un cuerpo humano como un objeto vivo que interacciona con otros cuerpos vivos o no, y que a la vez hereda en el sentido histórico-social-cultural elementos de otros objetos, ha condicionado el aspecto básicamente tridimensional de las obras.

El culto al cuerpo es el culto a lo tangible, a esa zona de libertad que ese cuerpo supone.

"Las vitrinas del Llanero Solitario" es una exposición personal del artista, diseñador y escritor Rolando Estévez Jordán presentada durante noviembre y diciembre de 2000 en la Sala Polivalente del Centro de Promoción de las Artes Visuales de Matanzas y durante el mes de febrero e inicios de marzo en la Fototeca de Cuba, en la ciudad de La Habana. Arte-objeto, instalaciones de pequeño formato, fotografías manipuladas y video son los soportes de una muestra integrada por alrededor de una veintena de obras que se refiere a estratos de esa soledad común, enfocándose para expresarse en los objetos de la convivencia y en los temas que recorren desde el acto personal y rutinario hasta la pluralidad de roles que se asumen automáticamente con la dispersión del yo, en ese estado paramnésico de los ritos habituales y a las relaciones con instancias sociales que polarizan determinados estados de conciencia: las relaciones filiales, fraternales y grupales en el entorno cotidiano.

El artista exhibe, o sea, expone, muestra, caminos interiores que el arte alude y expresa mediante unas sustancias materiales, y así con cada objeto expuesto -obra- establece sobre una manipulación, una versión de la imagen de sí mismo -que es no sobre el artista, lo cual habría constituido otro tipo de acto-; si no sobre esa otredad de uno, que es su huella, o su contorno, o su interpretación de un estado vivencial y ahí entrega un signo, un código de su ser-estar para una reflexión. Entrega de sí un ente otro que se padece o soslaya o se conforma estable para que percibamos un nivel o rasgo o dimensión de soledad. Esa soledad que está mirándose, contándose en un número simple e impar, intransferible, impermutable, ese estado esencial donde nos formamos y cambiamos continuamente, queriendo ser otro, otra cosa, que finalmente siempre es uno mismo.

Esta lectura es realizada con fe intimista, con carácter introspectivo, utilizando los correlatos de las transformaciones formales en las diferentes estados vivenciales; y a su vez, este sujeto en el eje de las relaciones sociales, temporales y espaciales... El artista ha invertido su oficio, la alta técnica del lenguaje formal, la realización y la exposición de estas obras, para acceder al re-conocimiento, o sea, a la comunicación de reflexiones. Pero también ha empleado la memoria común, lo que hay en mí de pez del mesozoico que se sumerge con delicia, y hay agua, fuego, aire, tierra y huellas ancestrales dirigidos a un fin: por la vía de la introspección, al reconocimiento de sí, para acceder al conocimiento de los demás. Como en su exposición anterior ("Canto a mí mismo y otras guayaberas", 1999), Estévez utiliza el arte efímero. Los materiales que emplea reiteradamente en estas obras son tierra, sal, azúcar, polvo, carbón, piedras, pelos, sangre; así como objetos manipulados que se integran en las diferentes obras, entre las cuales hay doce pequeñas vitrinas.

Vasos comunicantes: A todos, en algún momento, se nos ha revelado nuestra existencia como algo particular, intransferible y precioso. Casi siempre esta revelación se sitúa en la adolescencia. El descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos...

En la zona de las fotos manipuladas es muy importante el hecho de que no se parte de una caracterización del sujeto para luego tomar de él, una foto; sino se manipula y añade sobre la imagen perceptible habitual, del presente del sujeto, para expresar su heterogeneidad, su movimiento hacia otro aspirado, idealizado. Pero a la vez se está manipulando la imagen del artista, manipulación de una huella sobre un medio físico, manipulación de un reflejo, de una otredad...

Juego con un sujeto solitario, hijo de soledades. Juego con la soledad como condición inherente al ser humano. Juego con la imagen de una persona, ¿quién, dónde es la persona?

Segunda visión: Todos los hombres en algún momento de sus vidas se sienten solos; y más: todos los hombres están solos. Vivir es separarnos del que fuimos para internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre. La soledad es el fondo último de la condición humana.

Entonces, como vivencia que es, cada material o sustancia o elemento tiene un sentido y tengo que señalar que estoy usando hormigas de mi casa, mi pelo, el pelo de mi perra; no es lo mismo trabajar con sangre que con mi sangre, son claves de lo propio y de la soledad.

Vuelvo a decir que se exponen, muestran, enseñan productos vivenciales, íntimos, con una intención connotativa y demostrativa: al mostrar, expresión de una necesidad de solidaridad, de reconocimiento. Entonces hay obras que expresan la violencia, como la fuerza de los cascos de botellas... o la trascendencia de la huella que puede permanecer más allá que la permanencia de la matriz que la imprimió: la huella como arte ante la brevedad de la vida: trasciendo, luego existo.

Cada material utilizado tiene un sentido para el artista y una lectura simbólica en el contexto de cada obra. El empleo de técnicas combinadas como el grabado sobre textil, la manipulación sobre fotografías o el vaciado de yeso son utilizados en Proyecto sobre las manos de Lady Macbeth, Como en el cielo, Retrato al óleo de la madre del artista o Ilusión de ilusión en la historia de un caba-yo, donde se reúnen las reflexiones sobre la huella humana, la imagen personal y su duplicidad en el relato de este artista que ahora se arriesga a compartir ese camino solitario, estos actos de soledad.

Vasos comunicantes: Converso con el hombre que siempre va conmigo, quien habla solo espera hablar a Dios un día...

Mi cuerpo es una síntesis de cuerpos
¿Un anuncio de los cuerpos que será?

Tercera visión: La vejez, máscara de mi yo, dentro sigo siendo esto que soy, sigo gustando, oliendo, escuchando, y esta máscara sobre mí, estas facciones amorfas como las de una piedra sagrada cubierta de incisiones, signos, casi como una mancha que me separa de la belleza, de la limpia belleza, relegándome al color gris, a la ceniza, al moho...

Quiero poner en un marco la foto de mamá y papá, quiero poner en una vitrina la flor seca, la ofensa, la herida, el alarido y el silencio, la peste o el perfume, la espera y la muerte, quiero congelar, estratificar, dejar puesto en un sitio seguro este que soy ahora y darme tiempo para mirarlo a través del cristal, ya rotulado, ya con fecha, ya conocido, ya inocente. Si no miro a este que soy ahora así, ya me siento estatua de sal, azúcar con hormigas, ya me siento cambiar, voy hacia otro que soy también yo mismo pero aprendí algo hoy: me dieron y les di un elogio, un empujón, un engaño, una verdad: hoy que me están cambiando y no puedo conocerme. No puedo mirarme, darme tiempo. Darme mi silla, mi cama, mi mesa, mi techo, mi espejo, mi estar solo, mi espacio.

Vasos comunicantes: A veces, como las pirámides precortesianas que ocultan casi siempre otras, en una sola ciudad o en una sola alma se mezclan y superponen nociones y sensibilidades enemigas o distantes.

Entonces, me visto como un funcionario, o como un joven o como un místico o como un marginal, como un chofer o como un uniforme. Entonces, pertenezco a un grupo, me pierdo, me ninguneo, me entreno en la simulación, me evado, sentirse solo no es sentirse inferior, sino distinto.

Entonces, este juego complejo de la preeminencia de lo cerrado sobre lo abierto, de la disposición a la defensa, al hermetismo, a la simulación que acoraza mi yo, ergo, mi soledad; es el juego del arte que transgrede con esta obra al referir estratos de soledad, al referirse a esos espacios mentales, subjetivos, ahora expuestos sin posibilidades de catarsis -¿o con ellas?- por Estévez.

Cuarta visión: Conocemos el delirio, la canción, el aullido y el monólogo, pero no el diálogo. Ese solitario aislado que es el artista, ese mismo que dijo: un cuerpo es un objeto con resonantes filosóficos y sociales, a partir de su desarrollo contextual. "No es por azar que nacemos en un lugar y no en otro", o este azar tiene un valor en sí mismo. La filosofía que emana del estudio de una problemática está regida por latitudes y encuentros, por sumatoria cultural y étnica y por "la maldita circunstancia del agua por todas partes", es quien ha tomado pues su imagen y su huella, las ha manipulado, interpolado, transgredido, violentado y muestra, exhibe, expone, enseña cómo nos va cambiando el tiempo, cómo no hay otra comunión que la de aceptar la esencial heterogeneidad del ser, la esencial soledad, la incurable otredad con que deseamos trascender, con que queremos contaminarnos de otro, asumir otro inexistente porque al descubrir sus llagas de amor, el enamorado transforma su ser en una imagen, en un objeto que entrega a la contemplación dela mujer -y de sí mismo-. Al mostrarse, invita a que lo contemplen con los mismos ojos piadosos con los que él se contempla. La mirada ajena ya no lo desnuda, lo recubre de piedad... se vuelve su imagen y la mirada que lo contempla.

Máscara y dúplica, simulación y exilio, matriz y orfandad, silencio y parábola, despliegue de imágenes, colores, texturas y volúmenes, objetos en el espacio, nosotros en el tiempo y esto tiene que ser una fractura en el contexto de la soledad, tanto nos vale; porque creemos que cada una de estas obras que existe y es, sólo por el espacio donde están -son- ahora, para un artista que asegura que es aquí, o sea, que el sitio de la muestra también es este y no otro, y porque somos nosotros los que ahora miramos en estas vitrinas y añadimos, contaminamos sus cristales añadiendo la huella de nuestra imagen, luz en luz, sombra en sombra, a esta contemplación de la otredad, o sea, participamos como reflejos en las obras, somos obras.

Visión final: Si nos arrancamos estas máscaras, si nos abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empezaremos a vivir y a pensar de verdad. Nos aguardan una desnudez y un desamparo. Allí, en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres.

Nota de la ¿autora?: No respeté la grafía, ni los signos, usé las voces, las palabras, las ideas, las emociones del artista, de Antonio Machado, de Octavio Paz, de Virgilio Piñera, de Digdora Alonso, las mías y las de este idioma que denominamos español y que es otra forma de trascender la soledad, de ser en otro.


   
 
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